dimecres, 9 d’octubre del 2019

Entrevista al Dr. Joan Wulf

Yo vivía en Santiago de Compostela, antes de instalarme en Barcelona en el año 1961 con 23 años. Había creado un grupo antifranquista y trabajaba con las parroquias de las afueras de la ciudad. Por influencia de Vázquez Montalbán pasé al FLP-frente de liberación popular- de orientación marxista- cristiana. Junto con Jordi Borja, Manolo insistió en que en Barcelona la lucha política era más seria que el folclorismo madrileño. Había una creencia mía desde 1954, al trabar amistad con campesinos de Igualada pertenecientes a los Coros Clavé, vi que lo más serio y culto del país estaba en Barcelona.
      Pero quizás, sirva de mas orientación sobre tendencias mías, explicar que desde mis once años pensaba que todos estábamos colgados de un hilo y que íbamos cayendo hacia no sabía el qué, cuando nos moríamos. Pero también veía que había gente con enfermedades y que algunos se subían a los hombros de otros para estar más cómodos antes de caer-morir. Así que decidí curar y salvar a los que soportaban el peso de los otros, había que tirar al vacío a los abusadores. En ambas direcciones se apuntaba mi deseo de venir a Barcelona, porque además la psiquiatría era menos reaccionaria, menos franquista. Así que la revolución y la cura me esperaban en Cataluña.
     El venirme fue disgusto de madre y comprensión del padre, que me regaló 6 botellas de Alvariño con las que ” me abrirían puertas”. Él era alemán y se quedó en España al arruinarse su padre. Era culto, sabía 13 idiomas y de orientación luterana y se abrió camino.
     Mis primeros dos años los pasé en una clínica psiquiátrica de alto nivel situada en la zona alta de la ciudad. Eran 19 horas al día, vivía allí y entendí de qué iba eso de la psiquiatría para los pudientes. Los psiquiatras, detrás de los ricos, y con sus voces enfáticas eran lo que aquí se llama unos buenos cantamañanas. Es cierto que había pacientes muy seriamente enfermos, pero había un grupo, un espécimen que me es aún llamativo, y son series de mujeres infieles que los tales psiquiatras las diagnosticaban de trastornos psiquiátricos transitorios y lograban que no se repudiaran a las infieles y los matrimonios y quizás los vínculos empresariales no se afectasen. De los psiquiatras válidos, formados y formadores destaco junto a mi mentor, padre de mi formación y artífice del gran cambio posterior, del Instituto Mental, que fue Dr. Joaquín Fuster Pomar. Mi otro punto de referencia fue el Dr. Montserrat Esteve. Uno me llevó al mental cuando se encargó de su dirección y el otro me incorporó en el hospital clínico en la Sección de psicosomática de Medicina Interna del Dr. Pedro Pons. Representaba el equipo de psicosomática la psiquiatría avanzada frente a la Oficial de la Cátedra de psiquiatría del Dr. Sarró. La dejadez en el mental era evidente y las medidas represivas a los pacientes muy destacables: mal trato, inyecciones de azufre y trementina para que la fiebre y el dolor frenaran a los pacientes, lobotomías y comas insulínicos (cura de Sakel)que yo llegué a aplicar por mandato de los psiquiatras en la clínica del Dr. Fuster. Mas Fuster en el Mental bajó medicaciones, quemó las camisas de fuerza y habían médicos extraordinarios como Pedrosa, montaron laborterapias excelentes Mas adelante el Dr. Palet haría grupos terapéuticos y mas allá las asambleas de enfermos con todo el personal galonearon esos años. Se me hizo responsable de una Sección cuyos pacientes estaban aislados del resto de los hospitalizados por inquieto y peligrosos. Prohibí y vigilé que no se realizara maltrato alguno ni artefactos bárbaros de inmovilización. Contacté con Vicente antes de la sonora incrementación del personal, que se transformó en un entusiasta movilizador y cuidador de los miembros de esa sección que se llamó de San Jaime..Se montó un taller en la que se hacían caballitos de madera como los noruegos pero, yo creo, más bonitos, también muchas otras ideas se llevaron a cabo. Destaco estos caballitos porque yo y un enfermo los llevábamos a vender al Corte Inglés con su director entregado a nuestra “causa”. Su nombre como su hijo el Sr Salamanca aún suena en esa empresa.
     El proyecto de activación de los pacientes se basaba en la hipótesis de que lo que se llama deterioro psicótico no solo podría deberse a la propia evolución de la enfermedad y de la iatrogenia terapéutica, sino que existiría un deterioro por privación sensorial derivada del encierro. Estos enfermos tenían una media de tiempo ingresado de 23 años y el diagnostico del los 30 activados era de esquizofrenia paranoide. Salidas fuera de la institución, estancias de días en playas, montañas, juegos, la cooperativa que formamos, los juegos hasta el té o café de las 5 son ejemplos de esa actividad de dos años. Se pasaron las baterías de test de CI de organicidad presunta, agnosopráxicos bi y tridimensionales y otros. A los dos años de tal movilización se hizo el retest y se publicó en los anales de ST. Pau. Destaca la mejoría en los CI hasta 23 p. y la mejoría en toda la batería afasoagnsopráxicas y se demostró que tal test (Benson) había variado mejorando, mostrando por este lado, la no organicidad. Tal trabajo fue posible por el incremento de personal que realizamos La selección se hizo en los centros sociales dominada, entonces, por una izquierda no decolorada. Y el entusiasmo de los objetivos fue la fuerza vinculante con los pacientes que de encerrados por peligrosos eran capaces de un grado importante de autonomía y alegría. Existe una pequeña película de la movilización que entregue al Arxiu Històric de Roquetes Nou Barris realizada por los dos entusiastas: Nuria Llavina y Jaime Virgili. Junto a actividades que hacían intervenir a la policía con alguna detención que nos ocurrió, hay un periodo que no se para de denuncias de alborotos, de encierros .Yo destacaría la unión que tuve la satisfacción con los médicos de Oviedo y de Madrid-c/Ibiza, y no tanto con los de aquí , que nos llevó a encerrar a los psiquiatras de todo el país en el Congreso de Benalmádena. Les hicimos oír lo que no querían, aunque lo supieran, el cómo estaba la psiquiatría. Se quedaron por mucho que el fascista Dr.Sarró nos llamase “terroristas intelectuales”.
    Y por aquí la demolición avanzaba, el dr.Palet haciendo un corro de la sardana alrededor de las máquinas y los médicos contratados dando las listas de los pacientes para trasladar a no se sabe dónde. Y nosotros tristes de la impotencia y del avance del proceso inmobiliario, Hasta mi amigo Pascual Maragall defendiendo la destrucción y enfrentándose a él el personal, entre la que destaco Marichu Eguillor. No servía, nada se siguió con aplauso de mis compañeros. Yo me marché porque el Director Abella me echo al negarme a dar la lista para el traslado, acusándole de falta de escrúpulos y de cobardía.
     Me incorporé al Servicio de Medicina Interna y llevé la dirección de la Unidad de Psicosomática. Nunca tuve ningún contratiempo con el Servicio de Psiquiatría a los que consideraba adecuadamente aunque de bien distinta ideología. Me pregunto qué es lo que me ha dado esa inmensa experiencia del Mental y me aparece la idea de que he sentido que la autenticidad si se tiene un objetivo claro, no solo da fuerza al camino, sino que hace nacer y persistir los vínculos de amistad incondicional con los que compartimos todo ello. No se trata de luchar por luchar, como adolescentes cualesquiera, se trata de ir hacia objetivos de evolución como el que hemos vivido, lo que si pasa es que si hay obstáculos protagonizados por aquellos que se suben a los hombros de otros, sí que es preciso luchar.

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