En base a una aportación escrita sobre "cómo cuidamos la salud y creatividad de los grupos a los que pertenecemos" y "cómo nos cuidamos en el grupo", vuelve a salir el dolor y frustración porque, después de lo que aportamos en los grupos durante tantas horas, con ilusión y de forma voluntaria, llega un momento que choca con la persona que lleva más el poder del mismo, líder, y hace que nos marchemos para protegernos. O, "cómo nuestra defensa de un ataque real, lleva inexplicablemente a que nos echen del grupo".
Propongo que, a pesar de la decisión que hayamos tomado en el conflicto grupal, intentemos abrirnos a otras posibilidades de actuación, exploremos otros caminos.
Surgen los intentos de resolverlo a través del afecto, "con sencillez y humildad y seguir adelante", mas se tiene la sensación de que "las otras personas se crecen por encima, tan humildes que te comen", "Te desprecian por tu actitud sumisa". Se apunta que "líderes habrán siempre, pero que ellos dependen también de nosotros" y "que cuando dejamos un grupo también pueden vivirlo de forma agresiva" Un compañero resalta la unión que vio entre la gente que participaba de las jornadas sobre la Reforma Psiquiátrica. Comento que es verdad que en los años 70 vivimos una manera de hacer grupal más entre iguales. En los equipos estábamos con las distintas titulaciones, pero todxs podíamos expresar y hacer lo que mejor nos iba, era escuchado y respetado. Después se ha potenciado una lucha de poder entre unxs y otrxs, que no fomenta una dinámica tranquila.. Mas también se trae la responsabilidad y el peso de quien lleva un equipo, sobre todo cuando ha de poner límites. Se comenta la diferencia de cuando hay una mirada desde otra distancia de los funcionamientos grupales, como una supervisión, lo que ayuda.
En esta humildad, puedo reconocerme los valores que tengo, mas puedo también escuchar de otrxs mis errores?. ¿Cómo expreso los errores a los demás, tengo en cuenta cómo me gustaría a mí que me lo dijeran...? Nos acompañan la amiga y la abuela que siempre ven la parte positiva de "los malos humores".
La necesidad que tenemos de contar con alianzas dentro del grupo, no para que nos digan "amén" a todo, sino para poder ser valorado desde fuera lo que vivimos y tener más aportaciones.
Un compañero se hace voz del clima algo depresivo que nuestro grupo puede respirar y resalta el cariño y agradecimiento que tiene de tantos grupos de Nou Barris, así como de sus líderes que le han acogido y nos lleva a compartir los mismos sentimientos que también los demás tenemos y la satisfacción de estar en este territorio por nosotrxs tan querido.
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