Lourdes nos cuenta como entra a los 20 años en el Mental por casualidad, en vez de su madre que había pedido plaza, se la cede a ella. Cómo se enamora de aquellas personas, resaltando las horas que pasaban a su lado escuchando sus historias junto a otros compañero/as. De su labor se emociona al recordar las veces que había acompañado a morir a algunas de las pacientes, el vestido de noche que compró a una de ellas, por el que recibió una regañina por parte del médico de la sala, etc. Cuando el Mental desaparece acepta el trabajo de acompañar a aquello/as pacientes que se destinaron a pisos, nos habla de sus dificultades , mas también de su evolución. En otra etapa dentro del Centro Día se encarga sobre todo del Club, donde el Dr. Clusa acepta su propuesta junto a otro paciente de crear un grupo de teatro < La Trifulga dels Fútils>, que aún permanece. En estos momentos está despidiéndose de su vida laboral, dice no comparte la manera de hacer de la nueva psiquiatría, a quien califica de fría, impersonal y protocolaria; "Se acabó el acompañar a la gente en sus procesos de vida"
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