dilluns, 3 de juny del 2024

Enciclopedia de vida 4

 

 Carlos García

Llegué al Mental  

Y conocí persones diversas de las que conservo por una razón u otra admiración y amistad. Diversas en edad, condición, visión del mundo, ideales y manera de ser. A pesar de su diversidad compartían un afecto y una humanidad que estoy seguro potenciaban el efecto terapéutico de los tratamientos realizados. También conocí las fracturas generadas por el personalismo, la ambición y la dificultad en mantener colectivamente una herencia de gran valor para la sociedad que la administra. 

El espacio físico era singular, pero estaba degradado por la falta de mantenimiento. Sin embargo, alojaba dedicación personal y trabajo en equipo, estaba en la cresta de la ola de las innovaciones terapéuticas y del conocimiento.  A lo largo del tiempo he ido valorando estas primeras experiencias en la asistencia como ejemplares.  

Los pacientes se beneficiaban de abordajes comunitarios, psicoterapéuticos, familiares-sistémicos y psicofarmacológicos en proporciones diversas según fueran de larga estancia, de media o de corta estancia y según el equipo asistencial de referencia. Los de larga y media estancia formaban parte de la comunidad del barrio, caminaban por sus calles y tenían sus relaciones y conversaciones en los bares del entorno. 

Siento como un privilegio el haber podido compartir aquel momento en aquel lugar, con las persones que conocí. Las enseñanzas fueron múltiples y variadas; desde el trabajo en equipo, la constante búsqueda de las claves de la enfermedad, la pertenencia a un grupo estimado, pero también la fragilidad de los débiles y cómo nos cuesta en este país mantener las herencias de valor. 

 

 

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