dilluns, 1 de febrer del 2021

LA ERA DE LAS MASCARILLAS

 NUEVA SECCIÓN BLOC MEMORIAL DEL MENTAL

        Iniciando el camino hacia otra normalidad deseada  


Ofrecemos principalmente a todos los barrios de nuestro distrito, en especial a Centros Educativos y Servicios de Salud Mental, este espacio donde compartir y dar presencia a

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  • canciones
  • vivencias
  • reflexiones
  • .....

que surjan en el tiempo de Pandemia y que muestren la incidencia en nosotrxs de lo Perdido, de lo Ganado ??? y de las formas de superación que vamos encontrando para seguir manteniendo la salud y la cordura como seres humanos.

Así como las reflexiones y acciones que nos permitan salir a otra NORMALIDAD MÁS SALUDABLE.

 REFLEXIONES

LA ERA DE LAS MASCARILLAS

Susana Volosín

Psicoterapeuta, Creadora y Directora del Centro Corendins Palma de Mallorca especializado en Arteterapia



    Nº 144

 

INTRODUCCIÓN

En España hemos salido del confinamiento. Y esa salida ha traído nuevas reacciones, temerosas o liberadas. En este último caso las restricciones fueron vividas como órdenes impuestas.

Ganó victoriosa la necesidad de abrazarse, tocarse, y sacarse las mascarillas. Por estas transgresiones y por la entrada de turistas, han surgido preocupantes rebrotes.

Por eso el gobierno ha decretado la obligatoriedad de las mascarillas so pena de multas importantes. Hay un riesgo de retornar a la tragedia de marzo con millares de contagios y muertes.

Así que el paisaje humano enmascarado, caminando por las calles, ha cambiado drásticamente nuestra visión del mundo exterior. 

Y uno se pregunta: ¿Es una nueva normalidad?, como la llaman, o ¿una nueva anormalidad?

HISTORIA 

A lo largo de la historia tanto en Occidente y Oriente como en África, la máscara tuvo su función y fue utilizada en muchas ocasiones. Tanto en la cotidianeidad laboral, como para los ritos telúricos o religiosos, o para los juegos seductores de los Carnavales como el de Venecia. También en el teatro japonés Kabuki con sus máscaras noh, o en el teatro griego, de donde surgió la palabra “persona”, referida a la máscara de los personajes teatrales. Goya, Stezaker, Enzor, Picasso, etc. se han inspirado en ellas.

En el Psicoanálisis, D. Winnicot habla del falso self de un individuo, como si fuera una máscara adaptativa al exterior. El camino terapéutico sería ayudar a conectar con el self auténtico, con el Yo soy profundo, entre lo personal y lo transpersonal.

En esa dimensión de lo existencial, en esos límites entre la vida y la muerte, han estado y ahora nuevamente están, las máscaras protectoras de los virus letales.

En la peste de Lyon de 1628, los médicos se enfundaban en un traje de piel que les llegaba hasta los pies, con guantes y máscaras de pájaros con un pico larguísimo. Solo sabemos que las usaban los médicos. En cambio en la trágica pandemia de la gripe española de 1918, se ven las fotos de multitudes de personas con el rostro tapado. Con mascarillas parecidas a las nuestras pero más inseguras: solo de tela y tul.

En la asombrosa pandemia que nos ha tocado vivir en este 2020, con la velocidad contagiosa y amenazante del coronavirus por todos los confines de la Tierra, la mascarilla y la distancia de dos metros, pueden ser nuestra salvación hasta que se descubra una vacuna eficaz.

Esta máscara ha venido para instalarse en nuestras vidas y en nuestros rostros por mucho tiempo y en forma masiva. Por eso podemos decir que entramos en la era de la mascarilla.

LA ERA DE LA MASCARILLA

“Todo cambia" cantaba Mercedes Sosa. Una bella canción apropiada para esta época. Un sorprendente e inimaginable cambio para toda la humanidad que nos hace tomar conciencia que somos mortales.

No solo ante la perspectiva de la muerte, sino ante la perspectiva de la vida con una conciencia corporal humana parecida.

El esquema corporal, según Schilder, como representación consciente de nuestro cuerpo, con nuestra máscara insertada en nuestro rostro, formará pronto parte de la imagen habitual de todo el mundo.

Muchos niños pequeños crecerán con esta percepción de su cuerpo y el de los demás.

China y Japón han aceptado hace tiempo, antes de la pandemia, recurrir a tapar su rostro para prevenir cualquier infección. Pero nuestra cultura occidental que hace culto al selfie y a la individualidad, no acepta esta uniformidad. Al revés, el otro es un desconocido que puede enfermarme.

El comercio de mascarillas ha inventado las mascarillas personificadas con diferentes colores, diseños, escudos, banderas, imágenes, transparencias en la boca o fotos de la propia persona como cobertura. El acceso a ellas desenmascara también diferencias sociales, ya que una familia con dos hijos y riesgo de desocupación, no puede asumir ese presupuesto ni para adquirir las básicas. No hablemos en zonas pobres de África o de Latinoamérica donde no hay ni siquiera agua y jabón para lavarse las manos.

LAS DIFERENCIAS SUBJETIVAS DE LAS MASCARILLAS

La mascarilla es diferente al antifaz, que cubre la parte superior de la cara, o a la máscara que la cubre totalmente pero que deja orificios como ventanas abiertas para los ojos, la nariz y la boca.

La uniformidad de la mascarilla reside en que tapa a todo el mundo la nariz y la boca. Por eso se la suele llamar tapaboca aunque también tape la nariz. Mis colegas y amigos Elina Matoso y Mario Buchbinder explican muy bien que las máscaras tapan y revelan. Pero este nombre acentúa la acción de tapar. Tapar las zonas más peligrosas para no recibir o emitir el virus.

A pesar de su incomodidad, es nuestra poderosa trinchera en la guerra contra este virus invisible que amenaza matarnos y matar a los otros y que nos genera angustia de muerte.

Puede ser entonces nuestro refugio, como fue nuestra casa en el confinamiento. Siendo una protección de vida para nosotros y una acto de amor hacia los demás, ¿cómo se entiende que muchos no la quieran usar?

La Salud Pública contempla las razones físicas como las enfermedades respiratorias o la discapacidad para eximir de su uso, pero deja una franja ambigua para otras razones. En ningún espacio mediático español se mencionan las causas emocionales y así se pierde una oportunidad de concientizar a la población de esos motivos.

Es nuestra tarea, como profesionales de la psicoterapia en sus diferentes enfoques, investigar sobre estas causas y hacerlas conocer para los diagnósticos. Y en la clínica privada y pública, intentar ayudar a los pacientes a conectar y elaborar lo que las mascarillas les producen.

Las diferencias subjetivas de enmascararse o desenmascararse reside en los distintos perfiles de personalidad. Reside en sus historias personales que dejan huellas en sus cuerpos. Y, siguiendo a WInnicott, en la creación de su falso o verdadero self.

Doltó diferencia el esquema corporal de la “imagen inconsciente del cuerpo”, que se va conformando debido a lo vivido a lo largo de nuestra vida. Y que con nuestra técnica puede hacerse consciente.

La máscara actúa fundamentalmente sobre la cara, como su palabra lo indica, y la cara es la sede principal de nuestra identidad. Así que al ponérsela, después de elegida, se modifica la imagen de nuestro cuerpo, de nosotros mismos y de nuestras conductas.

Para una personalidad temerosa o desconfiada, la mascarilla puede ser la salvaguarda para su rostro retraído por el miedo.

Al contrario, en los jóvenes, al no elegirlas y tapar su boca y nariz, sienten como un agravio a su libertad.

Con la boca cubierta no podemos comer, ni hablar bien, ni besaros, ni sonreír. Con la nariz tapada no podemos oler ni respirar bien. Al hablar fuerte la escucha también se altera.

Siendo una generación que no ha recibido una educación con límites claros, viven como imposición todo lo que les coarte su mundo pulsional y su placer, así como todo lo que les cambie su imagen corporal narcisista de autoafirmación.

Y su rebelión a las protecciones exigidas, en lugares como botellones y discotecas, ha sido y es una de las causas de los rebrotes actuales en Europa.

Otro ejemplo: si esta pandemia nos ha hecho sentir vulnerables, ¿qué pueden sentir las personas con cuadros psicológicos actuales que son diagnosticados vulnerables o con una imagen frágil de su propio cuerpo? Son aquellos que no han tenido un buen espejo materno donde poder reconocerse. Y que pueden perderse, caer en el vacío y en la angustia impensable.

Para ellos, la mascarilla encaja en la frase de D.Winnicott: “Es estupendo estar escondido pero desastroso no ser encontrado”. Ni encontrarse, agrego.

Así se puede comprender su rechazo a esta máscara. ¿Podemos juzgarlos y agredirlos por su transgresión, como muchos lo hacen, sin entender lo que sienten?

Me recuerda a los fumadores que no pueden dejar el cigarrillo a pesar de que sea muy perjudicial para su salud y la de los otros.

En nuestros consultorios podemos ayudar a reestructurar su imagen frágil y orientar hacia cómo usar la mascarilla alternándola con la máscara de pantalla donde no se pierde la identidad de la cara. Pero, ¿cómo ayudar a personas con estos perfiles que no vienen a consultarnos?

LA MASCARILLA TAMBIÉN REVELA

Nuestros sentidos son también nuestros medios de expresión y de comunicación afectiva. Por eso se usa la palabra “sentir” para la sensibilidad y para los sentimientos.

En la Morfo-Psicología, que es el estudio de nuestra identidad a través de nuestra cara, se toman en cuenta los tres receptores: la forma y la expresividad de la boca y la de la nariz, pero también la de los ojos.

La mascarilla no tapa toda la cara. Nos deja al descubierto los ojos y nos revela su importancia. Nos da una pista sensorial para profundizar.

En la experiencia con mis grupos he comprobado la dificultad de mirarse a los ojos, como si en nuestra cultura eso solo fuera para la intimidad de los amantes.

Galeano escribió “La historia de las miradas". Se trataba de un pueblo que no sabía mirar. Pero debido al caos social que se producía, sus dioses les enseñaron a diferenciar entre ver y mirar.

“Así aprendieron estos hombres y mujeres que se puede mirar al otro, saber que es y está, y que es otro, sin pasarle por encima […] Y que se puede mirar adentro del otro para captar lo que siente su corazón […] y aprendieron la importancia de la mirada que se mira a sí misma mirando y mirándose, que mira caminos y mira mañanas que no han nacido todavía, caminos aún por andarse y madrugadas por parirse.”

La mascarilla puede entonces indicarnos un sendero de esperanza para cambiar el futuro en nosotros mismos, en nuestros pacientes y alumnos: que ya no sea el virus el que nos contagie sino la mirada desde el Corazón, como una poderosa semilla de Vida que silenciosamente también vaya contagiando a la población.

                                                           BIBLIOGRAFÍA                                             

Buchbinder, M, Matoso, E, Las máscaras de las máscaras, Buenos Aires, Eudeba, 1994.

Doltó, F, La imagen inconsciente del cuerpo, Barcelona, Paidós,1986.

Galeano, E, La historia de las miradas, Los otros cuentos, Buenos Aires, Red de Solidaridad con Chiapas, 2015.

Guthmann, B, Se connaitre par la Morpho-Psicologie, Alleur, Marabout, 1995.

Volosin, S, “¿Quiénes somos? De lo interpersonal a lo transpersonal a través de la máscara”, Hojas de Psicodrama, Rev. Número 61, Madrid, 2013.

Winnicott, D. El proceso de maduración en el niño,cap.4, Barcelona, Ed. Laia, 1981.

Currículum Susana Volosin

Miembro didacta de la Asociación de Psicoterapia Psicoanalítica Española (AEPP).

Ex docente del Master de Danza Movimiento Terapia (DMT), IL3, (Univ. de Barcelona).

Directora y creadora del Centro Corendins de Palma de Mallorca, especializado en Arteterapia


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